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NEUQUEN BAJO EL AGUA, DESNUDA LA FALTA DE OBRAS DE INFRAESTRUCTURA

LA DESINVERSION EN PREVENCIÓN

NEUQUEN BAJO EL AGUA, DESNUDA LA FALTA DE OBRAS DE INFRAESTRUCTURA

LA DESINVERSION EN PREVENCIÓN

Las Tormentas Exponen la Deuda Histórica en Obras de Infraestructura en Neuquén

 


Las recientes e intensas tormentas que azotaron la provincia de Neuquén han trascendido la mera crónica meteorológica para convertirse en un doloroso informe periodístico sobre la falta de previsión y la urgente necesidad de obras de infraestructura en numerosas localidades. La fuerza del agua y el viento no solo provocó anegamientos, cortes de ruta y daños materiales, sino que también dejó al descubierto, con una claridad descarnada, el abandono histórico de los gobiernos locales y del gobierno provincial, actualmente a cargo de Rolando Figueroa, respecto a la planificación urbana y la gestión del riesgo hídrico.


El impacto fue transversal, afectando gravemente a ciudades clave, muchas de ellas centros productivos o en franco crecimiento, evidenciando una vulnerabilidad sistémica que clama por una resolución inmediata.
El Desastre y la Geografía de la Indiferencia


Localidades como Rincón de los Sauces, Añelo, y San Patricio del Chañar, pilares de la actividad hidrocarburífera y agropecuaria, se vieron sumidas en el caos. En Rincón de los Sauces, por ejemplo, los medios reportaron anegamientos, rutas cortadas y el arrastre de vehículos por crecidas repentinas. Estos hechos, lejos de ser incidentes aislados, son el síntoma de una infraestructura de drenaje y pluvial insuficiente o inexistente, incapaz de manejar los caudales extraordinarios que el cambio climático impone con mayor frecuencia.

La situación se replicó en el centro del corredor productivo. Centenario y Plottier, ciudades satélite de la capital, sufrieron las consecuencias de un crecimiento demográfico desordenado y una planificación urbana que históricamente ha priorizado la expansión sin la debida inversión en servicios esenciales y obras preventivas.
En el interior, la realidad no fue menos dramática. Localidades como Mariano Moreno, Zapala, Las Lajas, y Chos Malal, especialmente en el norte neuquino, enfrentaron cortes de servicios básicos, voladuras de techos, y daños en la infraestructura vial y de servicios, como el eléctrico y de agua potable. En Chos Malal y áreas aledañas, temporales anteriores ya habían provocado la caída de puentes y la evacuación de familias, una señal clara de la fragilidad estructural que se sigue ignorando.


Estos eventos recurrentes no son casualidad; son la consecuencia directa de la ausencia de planes directores de desagües pluviales, de la falta de inversión en encauzamiento de arroyos y cuencas, y de la demora crónica en la ejecución de obras de mitigación de riesgo. Cada inundación, cada corte de ruta, se convierte en un recordatorio de una deuda pendiente con los habitantes de la provincia.
La Responsabilidad de las Administraciones


La recurrencia de estas catástrofes naturales, que en realidad se transforman en desastres sociales por la falta de infraestructura, pone el foco directamente sobre las responsabilidades políticas.
El Abandono de los Gobiernos Locales
Las administraciones municipales, como primera línea de contacto con la ciudadanía, son las responsables de la planificación urbana de cercanía. El desarrollo de barrios sin los servicios básicos, la falta de mantenimiento de zanjones y canales de drenaje, y la permisividad en la ocupación de zonas inundables, constituyen una negligencia manifiesta que amplifica los efectos de cualquier fenómeno meteorológico. La emergencia desnudó la precaria situación de los ejidos municipales, evidenciando que gran parte de los recursos generados, especialmente en zonas de actividad petrolera, no se han reinvertido de manera efectiva en la infraestructura que garantiza la seguridad y calidad de vida de sus vecinos.


El Rol del Gobierno Provincial y la Gestión de Figueroa
Si bien la provincia de Neuquén ha enfrentado desafíos crónicos en infraestructura, las últimas tormentas exigen una respuesta y autocrítica por parte de la actual gestión de Rolando Figueroa. La magnitud de los daños en múltiples localidades, tanto del interior profundo como del corredor metropolitano, sugiere que las políticas de prevención y la asignación de recursos a obras estructurales no han sido suficientes ni eficientes.
La provincia es la encargada de coordinar las grandes obras hídricas, viales y de energía que conectan y protegen las distintas regiones. El estado crítico de muchas rutas y la vulnerabilidad de las redes de servicios en el norte, centro y este provincial, indican que la infraestructura heredada se ha deteriorado y que las nuevas inversiones, si existen, no alcanzan a paliar el déficit histórico. La emergencia pone en tela de juicio la capacidad de respuesta inmediata y, más importante aún, la visión estratégica a largo plazo para abordar problemas estructurales que no pueden resolverse únicamente con asistencialismo post-desastre. La ciudadanía exige ver plasmado en obras de ingeniería el compromiso de un Estado provincial robusto y previsor.


La Imperiosa Necesidad de Resolver y Prevenir
La conclusión que emerge del barro y el agua estancada es que la provincia de Neuquén está en una encrucijada de necesidad y urgencia. El futuro de su desarrollo, especialmente en áreas de fuerte crecimiento como el de Vaca Muerta, está intrínsecamente ligado a la capacidad de sus gobiernos para garantizar la seguridad de su población y la continuidad de sus actividades productivas.
La solución no admite dilaciones y debe centrarse en dos ejes fundamentales:
Inversión Estratégica en Infraestructura de Mitigación: Es impostergable la elaboración y ejecución de Planes Maestros de Desagües Pluviales para todas las ciudades críticas. Esto incluye la construcción de reservorios, canales aliviadores, y la ampliación de la red de drenaje con ingeniería moderna. En zonas como Rincón de los Sauces o Añelo, la inversión debe enfocarse en obras de encauzamiento y defensas aluvionales que protejan los cascos urbanos.


Planificación Urbana y Gestión del Riesgo: Los gobiernos deben prohibir la edificación en zonas inundables y garantizar que todo nuevo desarrollo urbano cuente con la infraestructura de servicios adecuada. Es necesario decretar la emergencia hídrica en infraestructura y reasignar partidas presupuestarias para priorizar estas obras por sobre otras de menor impacto social o económico.
Las tormentas han actuado como un recordatorio brutal y periódico: el costo de la inacción es siempre mayor al costo de la prevención. La ciudadanía de Neuquén, de Rincón de los Sauces a Chos Malal, exige que las promesas se conviertan en hormigón, tuberías y planificación, para que la próxima lluvia sea una bendición para el campo, y no una crónica de la desidia gubernamental.
 

Fuente: www.fmcosmos.net.ar

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